Al ir a ser, hayamos sido
domingo, 21 noviembre 2021

«Qué bello al ir a ser es haber sido», nos canta, nos cuenta, nos cumple Juan Ramón.
Qué bello al ir a ser, este año litúrgico que de nuevo ha sido, éste en el que de nuevo hemos existido juntos a pesar de los pesares, a pesar (de hecho) de tantos pesares, de pandemias, de amenazas de desabastecimiento.
A pesar de todo, aquí estamos, hic et hunc, aquí y ahora, siendo, en este mundo que gira y gira, en esta vida que pasa, en este año litúrgico que de nuevo se cumple y nosotros hemos cumplido con él.
Decía Xabier Zubiri: «la inteligencia es el arte de hacerse cargo de la realidad». Se lo he aprendido a Adolfo Chércoles (jesuita, maestro de espiritualidad ignaciana), que en la Parroquia de las Angustias de El Palo seguirá desgranando, a lo largo del nuevo año litúrgico, sus enseñanzas sobre las bienaventuranzas.
La realidad. La composición de lugar. O como también le he aprendido a Lorenzo Orellana en su libro El Ave María, en este caso a propósito de las enseñanzas de su madre: “Hagamos bien lo que estamos haciendo”.
Cuánta carga, nos está imponiendo el tiempo que vivimos. Cuánto que hacer bien. Cuánto que afrontar, que sostener a cargo. Y, sin embargo, éste es nuestro tiempo: ésta es nuestra oportunidad. Podríamos optar por ladearla, pero el Cautivo pasó, pasó por nuestro lado, y la vida no pasa dos veces: tenemos que hacernos cargo de ella.
Sí: pasa la vida. Pasó el Cautivo. Así, Málaga volvió a la calle. El otoño tramaba sus estelas de brumas blancas y Él ―el Cautivo― hacía lo propio con las de su túnica.
Lo buscaban. Lo buscamos. «Buscad y encontraréis, pedid y se os dará», resonaba por Málaga el viernes. «Buscadme», sonaba por las esquinas, y Málaga de nuevo cumplió, de nuevo obedeció y se aferró a su surco, a la huella blanca de su libertad.
«Mi reino no es de este mundo», proclama el evangelio de hoy, en este domingo en que el ciclo se cumple, se cierra de nuevo y de nuevo se abre. Porque sí, todo pasa, el mundo gira, pero algo, algo permanece.
Se iba, se iba el Cautivo, como algún día se nos irá la vida y sin embargo creemos que Él, Él abrirá la puerta. Mientras tanto, es nuestro turno, es nuestro cargo, es nuestro mundo, y el reino (aunque ya está aquí) aún está por construir. La realidad (aquí y ahora) nos impone su hora, en espera de esa otra (ahora y en la hora) en que por fin el velo se corra: en que por fin veamos.
En que por fin (tras tanto ser) hayamos sido.
Feliz domingo. Feliz nuevo año litúrgico.